Oda al apocalipsis


En la isla de los locos, cada uno toca un son; 
los hippies y artesanos, se encierran y producen, 
payeses y empresarios cuentan su millón.
Hibernan con el frío 
y viven del estado, 
resurgen en el estío
y se aprovechan del despistado;
todo se alquila, 
todo se cobra,
todo tiene un precio,
(lo aprendes de sobra).
La avaricia rompió el saco, 
este está a punto de explotar, 
sanguinarios y chupa sangres,
lo van a comprobar.
La isla es un paraíso, 
le sobra la gente, 
nadie se dará cuenta, 
hasta que todo reviente.
Formentera te amo, por eso me despido, 
nos encontraremos en unos años, 
cuando todo caiga y pertenezcas al olvido.
Todo lo que sube, tiene que bajar...
hay cosas que empiezan y algún día han de terminar.

Ser padre?

  Los niños, pequeñas criaturas caprichosas, reyes de la casa que superan en astucia a sus padres, con sus chantajes y desplantes.
  Los padres, hijos de otras épocas más austeras y comedidas, ligadas a la educación severa y reglas más estrictas.
  El exceso está creando monstruos!


En una isla, llena de nuevos ricos, los hijos son peleles, con la seguridad de un heredero y la retribución material que día a día se les consiente, para compensar la ausencia parental... Qué pena, qué pereza... es el futuro que le estamos construyendo al planeta, una prole atontada y caprichosa.