Primavera veraniega.

  El mercurio de los termómetros nos transporta a julio, pero todavía es abril; será una secuela del cambio climático? o sólo una advertencia del infierno que nos espera en la época estival? 32 grados y subiendo! Este fin de semana, las playas han estado abarrotadas, al más puro estilo cañí; sombrilla, mesa y sillas, fiambrera con tortilla, cervezas en la hielera, niños con cubo y pelota, abuela con sombrero, y un inacabable espectáculo de diferentes razas de perros que sacaban a pasear y jugar a sus amos.  Gente paseando por la orilla, algunos vestidos completamente, hasta con zapatos, en plan 'iba caminando y he acabado en la playa, como quien no quiere la cosa, aunque esté a 10km de la ciudad', otros luciendo sus modelitos del decathlon, que explotarán este verano hasta que se decoloren. Algunos valientes han probado las aguas gélidas y turbias de este mediterráneo versión cloaca que tenemos en la zona; una capa de aceite y motas de 'algo' flotaba en la superfície, desde la que te costaba ver el fondo. Sin ir muy lejos, me he topado con una naranja, una percha y unos palos de madera.
La gente estaba haciendo picnic incluso encima de las dunas, que se supone no puedes ni pisar, por la fragilidad de su ecosistema, pero como los más madrugadores habían ganado los merenderos habilitados, al ecosistema que le den!


Me he despedido de mi primer día de playa del año, y el último en levante, con ese aroma carácteristico de coco y bronceador de deliplus, dejándome las ruedas en los socabones que llaman 'baches' del parking de mi amado Saler.


Foto Noelia Villodre.