Crisis

El mundo entero gime de dolor y desesperación entorno a la crisis económica que pesa sobre él, pero lo más fuerte es que la gente todavía se extrañe; todo acto tiene una consecuencia y este hecho, no es más que una consecuencia de nuestros actos, del abuso, del derroche, de la mala gestión de nuestros gobiernos, de la poca conciencia de los ciudadanos. Vemos la llama de fuego, pero no somos conscientes de que el fuego quema hasta que no nos vemos engullidos en ella.
Es una espiral constante, difícil de disuadir; el miedo y la perturbación que éste nos crea, hace que el problema cada vez tenga una mayor magnitud. Los castillos de arena no se mantienen eternamente, no hay cimientos reales para que lo haga, así que la única solución es volver a la esencia de las cosas, a recapacitar sobre lo que consideramos realmente importante, necesario, y acabar con todas las nimiedades que hemos adoptado como imprescindibles para volver a disfrutar de una calidad de vida real y óptima.
Los gobiernos no están hechos para ayudar al pueblo, la gente es lo que menos importa en estos casos; se aprovechan de la debilidad mental para controlarlo todo. Vivimos en un mundo de intereses, influencias y negocios... pero la gente, entre la gente, no tiene por qué ser así. No podemos tachar a los ciudadanos bajo un mismo rol sólo por su ciudadanía; cada acto independiente es lo que tiene que sopesarse como carta de presentación.
Todos se están volviendo locos, ataques de pánico en el pueblo hacen que los poderosos lo sigan siendo, cada vez con más fuerza, y que la gente de a pie, cada día tenga menos recursos. Mientras los ricos sigan siendo ricos, lo único que va a cambiar, es que los pobres, serán mucho más pobres.
Adopto el lema difundido hasta la saciedad: 'Piensa globalmente, actúa localmente' como colofón final y moraleja. Si lo piensas, cuesta poco y significaría mucho más de lo que imaginamos.